Una nota de Antonio María Hernández, constitucionalista, ¿Cómo
superar la anomia "boba"?, publicada en Clarín, trae datos de la Segunda Encuesta de Cultura Constitucional, que dirigiera con
Daniel Zovatto y Eduardo Fidanza, de 2014, ahora publicada por Eudeba, con un
título concluyente Argentina, una sociedad anómica.
Un trabajo valioso, aporte para progresar como sociedad.
Esta encuesta reitera los resultados de otra similar, de
2004. Según parece, mucho no avanzamos.
Se revela que los ciudadanos encuestados –no es limitación de los investigadores, no hay otra
posibilidad, nadie hace una encuesta encarando a los cuestionados- descreen de
instituciones, como los partidos políticos, los gremios, la policía, el
Congreso y el Poder Judicial; descreen de la igualdad ante la ley, y opinan que
nuestro país funciona fuera de la ley la mayor parte del tiempo. En cuanto al proceder
de los argentinos, surge que somos desobedientes y transgresores y un
porcentaje importante está dispuesto a desobedecer la ley si les es necesario.
En la nota se señala que creemos en la democracia y sin
embargo, desconfiamos de las instituciones. En una década, según parece esta
encuesta se reproduce en ese lapso, podrán preguntarles a los ciudadanos. Tal vez
tenga que ver conque en los gobiernos autoritarios nos fue igual.
Se encuentra paradojal que los ciudadanos valoren la constitución
y la ley y las desconozcan. No aclara a cuáles aspectos se refiere esta
ignorancia. Vendría bien la aclaración porque una cosa es conocer o no el preámbulo
que nos reúne a todos y los derechos y obligaciones que tenemos y otra cosa es
ignorar o no los aspectos formales y técnicos de nuestra Carta Magna.
Sin embargo, la cuestión de fondo es que la convivencia en
sociedad es posible cumpliendo todos quienes la componemos un compromiso de confianza, esto es
cuestión de criterio de supervivencia y es lo que está roto. Si haces algo que
fastidia a tu vecino, eso estará o no en la normativa, pero fastidiar, fastidias.
En la encuesta priman las respuestas de falta de acuerdo sobre qué está bien y
qué está mal.
En cuanto a quienes atribuyen nuestros males al
comportamiento humano, el mayor número se halla en lo que en esta nota se llama
el Gran Buenos Aires -se desprende que trata de referirse al Conurbano
Bonaerense. Gran Buenos Aires es Capital Federal más Conurbano Bonaerense-, y
el autor señala que los investigadores notaron que ahí se encuentran los
índices de pobreza, violencia y
exclusión social más elevados de nuestro país y se preguntaron si es
consecuencia de esa enorme concentración demográfica.
Podrán preguntárselo a los ciudadanos en la próxima encuesta.
Entretanto, en la nota se reconoce la necesidad de “cambios
institucionales y culturales que partan de una educación cívica y democrática
en base a los principios y valores de la Constitución Nacional”.
O sea, el camino largo. El camino corto, convocar ya,
recurriendo a nuestra solidaridad, por citar un rasgo propio de los argentinos,
excede las condiciones de los investigadores y de los ciudadanos. Ánimo, a no
perder las esperanzas. Finalmente, Caperucita Roja sobrevivió al lobo feroz.
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