En Guatemala un incendio en un hogar concluyó con 41 jóvenes
vidas truncadas. Previamente, durante años, a las quejas y reclamos de los
niños y adolescentes internados se sumaron las voces de organismos nacionales,
internacionales y personalidades destacadas confirmando con sus denuncias las
palabras de los menores internados. Y nadie obtuvo contestación.
En esta desgracia, funcionarios gubernamentales declararon “agotado
el diálogo”. En realidad, no hay indicios de que haya existido ningún diálogo,
pues nunca hubo respuesta a las reclamaciones previas.
No sólo el diálogo no existió. Tampoco los socorros, ayudas,
protecciones. En el siniestro, el gobierno no envió bomberos, destinó policías,
incluso antimotines, para conservar el orden, pero nadie lo alteraba, y en la
práctica, los agentes funcionaron impidiendo la actuación de bomberos que
llegaron por otros llamados, de familiares de las víctimas y de otros
internados que querían ayudar. En cuanto a las jóvenes y niñas, no operaron
para rescatarlas.
Las declaraciones gubernamentales posteriores, hablan de objetos
punzocortantes ocultados en el cabello de las niñas, que cabe preguntarse si
los policías antimotines no tenían recursos para afrontar la situación, aunque
las mismas autoridades no dicen que nadie haya sido atacado. Continúan considerando
que “la causa del amotinamiento, porque no les gusta la comida, no era válida”.
Y, no, no es válida, ni falta que lo digan, hay denuncias desde años anteriores,
confirmadas, de violencia, castigos, torturas, abusos, violaciones y embarazos
en estas menores. Estos sufrimientos no tuvieron
respuestas del gobierno.
El presidente Jimmy Morales avisa que “esto puede repetirse
en tanto el Estado no pone la atención debida”. Pero en tanto no se tomaron las
medidas del caso, ni se anuncia que se prevendrán, y no se da ninguna solución, suena
a intimidación.
Asimismo, el presidente Jimmy Morales no asistió a la conferencia
de prensa “por estar atendiendo asuntos urgentes de la nación”. Es sumamente
necesario se informe cuales asuntos son más importantes que poner la cara ante
el despropósito que terminó con 41 vidas, más aún, que se investiguen el hecho
luctuoso, las denuncias previas y se anuncien las prevenciones para el futuro. Nada
sobre esto se dijo, con lo que tal como quedan las cosas, amenazar con que esto
puede repetirse, será una profecía que se confirma a sí misma.
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